El enfoque de Darío Le Bihan
Un garabato es un dibujo de cualquier cosa que se hace mientras la atención está ocupada en otra cosa o estamos aburridos. Y es que hay momentos en que el aburrimiento es fuente de inspiración para grandes emprendimientos y se hace necesaria herramienta para el desarrollo de la imaginación, aunque presta oportunidad para el ocio y la sensación del paso del tiempo se ralentiza en días interminables que alimentan la saciedad necesaria del proyecto concluido, de los objetivos alcanzados y el advenimiento de los logros cosechados. Pero quien labra la tierra sabe que la impaciencia no es un buen aliado y que en cambio, la expectativa aumenta la esperanza de los frutos por brotar. En esa cíclica espera, el garabato es la expresión de que el tiempo se debe suceder paso a paso y que sólo lo que plasma en un papel es el eterno transcurrir de los días.
Matias y Eugenio Battilana son los hermanos dueños del Proyecto Impaciente que da su puntada inicial en el 2007. Extranjeros provenientes de Rosario, una de las ciudades más importantes de la Argentina, desembarcaron en el afamado Valle de Uco Mendocino, donde se encuentra su finca “Viña del Plata” ubicada en Agua Amarga (Tunuyán) y de donde nace la uva que da origen al Gran Impaciente Malbec. Viña que se encuentra bendecida por un micro clima ideal para la maduración y gran expresión de sus uvas al pie de la imponente Cordillera de la Andes. Gran Impaciente se manifiesta en dos versiones. En su expresión tinta es 100% Malbec, single vineyard con 12 meses de paso en barricas de roble americano de primero y segundo uso , y una estiba de 14 meses en bodega que permite su equilibrio antes de salir a la venta. Entendido así por su Enólogo Alejandro Cánovas, quien cuenta con una vasta experiencia en la materia a nivel local e internacional. El Malbec 2014 ve el mercado con una pequeña partida de 4500 botellas, hecho que sugiere la atención que se le otorga a éste vino.
En vista encontramos un color con marcada tonalidad rojiza con hebras violáceas, vibrante y de gran brillo. Malbec con aromas a fruta maduras, ciruelas, frutillas, toques florales, tonos de pimientas, también tiene algo de vainilla caramelizada. El primer sorbo es como partir un grano de coriandro y sentir un leve picor envolviendo la lengua y adecuando los sentidos para que en su segunda entrada se muestre amable, con taninos presentes pero redondeados y de leve astringencia. Su acidez está bien equilibrada permitiendo que sus frutas maduras y especies sean bien percibidas. Un gran y largo final cuenta que la lucha con la madera no la perdió y que mantuvo su tinte fresco ganando volumen y notas alicoradas de chocolate. Con el correr de las horas, se complejizó aún más y sumó tonos de café. Un vino que quiere ser grande en un mundo de malbecs parecidos. Cuando el momento no llega y el impaciente garabatea con la birome, se abre un espacio en el tiempo para que el disfrute tome su lugar.
Por Darío Le Bihan