El enfoque de Darío Le Bihan
La palabra
conquista nos remite indefectiblemente al doblegamiento de nuestros aborígenes
por parte de los españoles, pero en nuestro acervo histórico éstos pueblos
originarios también fueron sometidos por otros foráneos en la época
precolombina. Los Diaguitas
obtienen su denominación quechua que significa "serrano" impuesto por
los Incas en su sometimiento, palabra que luego fuera divulgada por los
españoles. La designación hace referencia al lugar en el que habitaban en las
cercanías de los cordones serranos en el noroeste argentino.
Famatina es una
localidad de la Provincia de La Rioja, Argentina en el que se encuentra
enclavado el Valle de Chañarmuyo , zona por aquel entonces habitada por los
Diaguitas al pié de la Sierra del Paimán que está custodiada por la bella
leyenda de la doncella Keo hija del cacique de la tribu. El Valle de
Chañarmuyo es un oasis en medio de un desierto rocoso y de escasa vegetación
que se encuentra rodeado de sierras, de más antigüedad que la vecina Cordillera
de los Andes, al noroeste de la provincia. Situado a 1.720 metros sobre el
nivel el mar, reúne condiciones únicas en el mundo. El suelo agreste contrasta
con el verde de cardos gigantes que buscan con sus brazos tocar los rayos del
sol.
El nombre de éste
valle deriva de la conjunción de dos vocablos. Chañar es un árbol
característico de nuestro país y muy abundante en esta zona y Muyo es una
palabra muy usada en España para denominar "pueblos negros", por el
color de sus construcciones, pero también significa mutilado, con lo que se
puede deducir que su nombre hace referencia a un árbol de chañar que haya sido
de alguna manera mutilado o quemado. En éste marco de historia, cultura y
geografía alguien dijo “Alguna vez se harán vinos en este valle de los que el
mundo hablará…”
La Bodega
Chañarmuyo hace presencia en el páramo y de ella se desprenden grandes vinos
que la sitúan en lugares de prestigio. Chañarmuyo
Reserva Tannat 2014 es un vino intenso de gran cuerpo y concentración. Varietal
de mucha personalidad y carácter que lo distingue con gran franqueza. Se
reconocen taninos suaves pero robustos, redondos y presentes. Es poseedor de un
intenso y profundo color rojo sanguíneo con reflejos violáceos. Cede al paladar
un agradable recuerdo a higos maduros que se enriquece y destaca con notas de
frutos rojos maduros y especias. Aparecen delicadas notas de chocolate amargo y
café. El final es largo, complejo y único.
De aquellos
pueblos sólo quedan algunas historias y costumbres en sus moradores autóctonos
que entregan en el cultivo de la vid, el amor y el respeto al terruño que
albergó sus prácticas agrícolas ancestrales que se desarrollaron a los pies de
las sierras en un valle desértico. El anfitrión de
la Bodega concluye: “En el vino, Argentina tiene mucho para mostrar. Y La Rioja
en particular. Y nosotros desde este bendito terroir. ¡El techo es alto,
gracias a Dios!”
Por Darío Le Bihan
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